AGUA NIEVE FRIO
PERDICES
Días que uno DUDA
¡
QUE HARE ¡ ¿ SALDRE ?
Una mañana desangelada, aun antes de salir de mi cabaña del
fin del mundo, me he pensado si debía salir, o quedarme.
Comenzando con una meada jaja... |
Pero Romeo, me ha mirado con esa forma que tienen de
decirnos algo, sin palabras me ha convencido, ellos son / nuestros perros de
caza/ nuestros soldados, nuestros auxiliares de campo.
Nacido para correr |
La mañana la he empezado a las diez y media, ni era
consciente de que era jueve, son de esos días que la situación meteorológicamente
te marca lo que hay que hacer.
Lo primero mirar la chimenea, si a un hay fuego o hay que
encender.
Esto es lo que habia |
Llevamos una semana de pleno invierno, hoy, hasta las siete
tres grados bajo cero. Se ha cubierto el
cielo, dando paso a una ligera lluvia que a medida que avanzaba el día, ha
pasado de ligera a intensa, en ciertos momentos.
A eso de las once y veinte, me he decidido a salir a dar una
vuelta.
Cuando he llegado al cazadero, a un seguía lloviendo, en el
transcurso del trayecto me he encontrado con unas cuantas vacas que ocupaban la
calzada.
Cuando las heladas son previsibles, obras públicas rocía la
calzada con un compuesto de sal, para evitar que se formen placas de hielo.
Zona de brezo |
Los rumiantes necesitan incorporación de sales, este es el
lugar apropiado.
De alguna forma, quienes transitamos por estos parajes
sabemos de este comportamiento y andamos con cuidado.
Una vez envuelto en ropa de abrigo he comenzado la jornada,
la forma del recorrido, la habitual,
siempre el recorrido por la linde.
Las zapatadas que se cogen son guapas, el barro hasta la
rodilla. Hemos dado una mano sin nada que reseñar, muchos cuervos, algún bando
de calandrias, todos ellos junto a la única tierra de girasoles, los
cuales a un se mantienen en pie.
El recorrido de un kilometro y medio en línea recta, ninguna
señal.
Hemos cambiado de zona, zona de cuatro Pinos ralos, sitio de
querencia de la Reina de la caza, la Perdiz.
Romeo, como siempre ha derrochado facultades, incansable aun
cuando el terreno hoy estaba encharcado.
Al final de una hilera de pinos, se ha quedado de muestra,
solo movía los ojos, me he acercado, ni
moverse.
Me he adelantado unos diez metros, ni señal. En esto que a
unos cincuenta o sesenta, se han levantado un nutrido grupo de perdices.
El día gris, no ha dificultado ver la dirección que han
tomado.
Marchando en su búsqueda hemos recorrido más de
cuatrocientos metros, desembocando en la orilla del Rio, al otro lado la vía
del Tren, una pradería y una ladera. Hay
tienen que haber llegado, a la ladera.
Para poder acceder a esa ladera hay que andar casi un
kilometro hasta un puente, y volver otro, la ladera la encontraremos a nuestra derecha.
En el trayecto he visitado dos zonas de arbolado de
roble en ellas se puede encontrar alguna
becada, si han entrado.
Ni señal, he cambiado dos cartuchos, del diez, por si acaso.
Una vez llegado a la ladera, /a la cual entendía que se
habían dado las perdices /, he vuelto a cambiar de perdigón, del siete y del
seis.
Romeo, por su cuenta a enfilado la ladera directo a una mata
de escobas altas. El sabe que suelen estar en ellas.
Ha dado la vuelta, no mostraba que hubiese olfateado algo,
venía muy ligero. Una vez juntos nos
dirigimos a una zona a la cual visito con asiduidad, he cobrado una perdiz en
otra jornada.
Noa ha costado dar con ella - dos pasadas nada menos |
Una vez llegado al punto deseado me he puesto en guardia,
zona cerrada, de difícil circulación, hay
que sortear matorral, escobas, zarzales, espinos, sitio apropiado para no ser
molestado, y si se aproxima alguien, su sonido las pone en guardia. Eso ha
pasado, llamaba a Romeo, para saber donde estaba.
Un ruido.
El votaba una perdiz dentro de la masa inaccesible, ella salía hacia lo alto sorteando los robles, la
he disparado uno, dos disparos, la
perdiz se ha tambaleado en su vuelo, se
ha precipitado hacia el suelo, a un
claro.
Para poder llegar a ese claro he tenido que dar una vuelta
de cincuenta metros bajar una ladera, ascender al otro lado. Romeo detrás de mí,
escajos altos con pinchos, sus patucas ya resentidas, lo notaban más.
Hemos mirado y remirado la zona, no había ni señal, tras un
cuarto de hora de búsqueda in fructuosa,
he decido volver al punto de disparo, situar y fijar bien la zona donde se desprendo la perdiz.
Vuelta, dar la
vuelta la mata otra vez / valga la
redundancia / . Una vez llegado al lugar que esta vez había marcado mejor, he
dado unos pasos a la derecha, al borde
de una lindera.
Zona de lagunejas, agachadizas o becacinas...no han llegado |
Zona de Pinos escalonados, como comento escalonados.
En uno de los escalones, en la profundidad de la zanja,
estaba la Perdiz amagada, dolorida, ha votado a mi presencia, Romeo que
venía hacia mí, la ha visto, cobrándola a un segundo salto.
Tenía el ala rota,
Romeo la ha apretado lo justo, debía estar pinchada por algún perdigón más.
Una vez cumplido mi cometido, el cobrar una pieza si es
posible y para casa, he bajado a la pradería.
Un año se levantaron siete lagünejas / becacinas juntas / la pradería cuenta con
una zona semi pantanosa, con muchos ribazos, bien encharca, en un momento se ha
quedado de muestra, bien pensé que había alguna, pero nada. A un no han llegado.
Romeo lo ha mirado bien |
Durante el regreso hacia el coche, he distinguido en el
cielo un buen bando de gansos en ala, unos cuarenta, su formación variaba, de
ala a media luna.
Día crudo con
compensación, no siempre es así.
Realizado por Jesús José.
Hoy sabado 23 nieve ...toca lectura
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