CONOCI UN AÑO QUE SE AGOTARON
LOS CARTUCHOS DE PRIMERAS
MARCAS
A un cuando parezca
extraño, yo he conocido un año en que los cartuchos escaseaban.
Hemos pasado del 12 al calibre 20 |
Del año no me acuerdo, pero sería en la década de los ochenta. Tuvimos tres
años muy buenos de codorniz
Por aquel entonces disponía de Un pointer el Sán I mi
perdiguero Dyc, una setter , Tahis y una epagneul francés Noak.
Noak Epagneul Frances |
Ese año disponíamos del siguiente armamento, mi padre de una
paralela y yo de una superpuesta las dos marca Laurona , calibre 12.
Pasado y presente |
Antes de comenzar la temporada, el acopio de cartuchos, veía
a ser un cajón de 250 cartuchos más los que te quedaran de la temporada
anterior, la cantidad exacta no me recuerdo, pero calculo que unos cincuenta mas.
En mi trabajo /camarero/, por mi afición a la caza, el hablar de ella,
era el tema estrella, no había día que
no vinieran cazadores a darle a la sin hueso.
La verdad, es que a mí
hablar de caza, eso era una forma de trabajo estimulado, era una guerra
abierta, pues el dueño del negocio en su día
también es cazador, Antonio el
dueño de mis ^^Bretones Dekan y su hijo Sol^^ la apertura de la media veda se
venía preparando un mes antes.
Mi madre pagaba la tarjeta del coto, la de mi padre y la mía, digo mi madre porque era ella la
que me daba el dinero para ingresar en la caja de ahorros.
Yo compraba los cartuchos, pagaba las licencias seguros y
alguna cosa más que necesitáramos
Teníamos dos tarjetas, para tres.
El día de descanso que coincidía con mi mujer, íbamos solos.
Ese año un cliente de la Cafetería, que se llama Jesús, me ofreció su repetidora, una Breda.
En un principio, me parecía que no iba a ser capaz de
adaptarme a ella, y llevaba las dos.
Fue un año magnifico de codorniz, no voy a decir el numero,
pero cobramos unas cuantas.
Me encontré en seguida muy a gusto con la repetidora, le daba al gatillo como cosa mala.
Hasta tal punto que acabamos los cartuchos, fui a comprarlos
a Herrera de Pisuerga ,no había el
cartucho habitual, ni de nada conocido.
Todos tiene su efectividad |
Me recuerdo que solo había una marca que ponía Ansar, eran azules, solo os contare que tenía
un palo para sacar la vaina, porque la uña expulsora, rompía el culote, era muy
corto, no había otra forma de sacar el cartucho vacio. Tenía que meter el palo
por el cañón y empujar.
Fue el mejor año de codorniz que he tenido en toda mi vida, a día de hoy no creo que lo
supere nunca.
Mi línea de la muerte, de la cual disfrute unos diecisiete años seguidos.
Un arroyo paralelo a la linde de mi coto, a unos veinte
metros dentro del coto del vecino, mis soldados, no salían del arroyo, único
punto con agua, y donde mayor concentración de codorniz había.
Los años que había codorniz, las tardes eran mortales, cogía
cincuenta cartuchos, entonces yo siempre llevaba esa cantidad, cuando partía
del coche.
La liena marcada por los girasoles |
Y desde la alambrada imaginaria, no las daba tregua, ponía
un polichoque cerrado para que agrupara los perdigones, pues salían algo largas, /cuatro estrellas/
porque el cañón era liso.
Una tarde me quede sin cartuchos, el coche a un kilometro,
os contare, que por tragón, cuando solo me quedaba un cartucho, espere
haber si salían dos juntas para tirarlas y no mate ninguna jaja…
Creerme que es verdad, mientras tanto mi padre con mi
epagneul francés, y la setter no salía
del rastrojo, todas las codornices viejas eran suyas, con la mitad de piezas
que yo, hacía unos coloños.
Noak la /epagneul
francés/ era única, no dejaba en su empeño, esas codornices resabiadas
que saltaban en el morro del perro cuando esta puesto y se
le queda una cara de tonto, como diciendo, si esta aquí.
Siempre bien acompañado |
Yo a veces cuando había dado la vuelta a la línea, me
acercaba donde mi padre, las tiraba, el
no las había visto, me decía, a que has tirado, y hay venia una de ellas con la
pieza.
Esta tropa de soldados tenía estas características.
La Noak ha sido lo mejor que he tenido en rastrojo limpio,
sin paja, era única, todas las
codornices viejas eran suyas,
a si como
la setter ,/ Tahis/ lo suyo eran las linderas, orillas de pistas y caminos.
Noak y Linda |
Tahis |
Mi Pointer el San,
mi maestro /el me enseño a cazar/ era muy
completo, único, solo tenía un problema era delicado de cascos, le preparaba con aceite de enebro antes de
empezar la temporada, para endurecerle el callo y no se le quemara.
SAN I |
En cuanto a mi
perdiguero Dyc era voluntarioso,
y a la vez
espectacular, se distorsionaba tanto en las muestras, que daba gusto verle. Cobraba
dobletes, como no he visto a ninguno.
Todo presencia |
Perro que cazaba muy bien las perdices, mi récor en un día,
lo tengo con él.
Este dia me cobro dos que no eran mias |
Los Franceses, con
los que siempre me encontraba todos los años, en el pueblo donde nací /Puentes
de Amaya/ al lado de la fuente a la hora
de comer. Me dieron un producto que después he comprado yo ^^ acido pícrico ^^,
para las quemaduras y desgaste del cayo.
Ellos me facilitaron la Noak.
Esa zona no la podíamos cazar los del pueblo. Nosotros
teníamos una zona determinada, dentro del
coto del ayuntamiento, solo para
propietarios y residentes.
Pues ese año fue impresionante, no solo en mi coto, en toda
la zona.
Claro está lo que os estoy contando tenía que contárselo yo
a mis clientes y amigos al día siguiente de la cacería, tenía que demostrar lo que les contaba, con
fotos.
Dos hermanos el San II y Ulises |
De ay, es el que disponga de tanta fotografía, estos eran unos incrédulos, tenía que revelar las fotos para
poder demostrarlo. Hace treinta y seis años que vengo haciendo post.
Orgulloso de mi padre y orgulloso de mi hijo |
Pero que recorridos les daba, está mal decirlo, tenía pocos rivales que cobraran tantas en un
día como yo, bien es cierto que al final
de temporada, ellos habían cobrado mas, pues también iban más días.
Decía mi madre, hay
hijo, no sé cómo lo haces, pero siempre traes algo.
Era mi más fiel admiradora, me preparaba /bueno y a mi
padre/ la tortilla, los filetes, o costilla frita /seca, escurrida del aceite/
a un tengo la fiambrera.
Junto con mi mujer y mi hijo esperaba nuestro regreso.
Aparcaba el coche, los vecinos a la ventana, haber que traes hoy,
fulano a traído tantas, yo callado.
Y cuando ya habíamos bajado las bolsas de la comida y los
pertrechos de mi padre, descolgaba
los manojos que traía amarrados en las manecillas del
lateral del techo del coche.
Entonces el cazador traía las perchas a
la vista.
No se puede pedir más |
Todos asustados /no siempre/
pero alguna vez que otra traía buenas perchas.
El numero de ellas es lo de menos |
Pos realizado por Jesús José
No hay comentarios:
Publicar un comentario